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La realidad muerde, muy duro

Publicado: 2009-04-30

Laura en América fue todo aquello que el peruano no quiso que se viera y, su vez, el programa líder de la TV nacional. Una paradoja digna de recordarse. Quizá porque desde el principio Laura Bozzo se erigió como la campeona de las "mujeres coraje", aquellas que sostienen el peso de su familia a la espalda del mundo. O porque el formato era una simple novedad.

En su set reunió a gente más que dispuesta a exhibir sus carencias, de exponerse para que la abogada, con voz fanática de predicadora exorcizara los demonios de la pobreza. El público extasiado gritaba por más, mucho más. Y los televidentes, mientras tanto, se regodeaban en la miseria de los panelistas. Indiferentes a la vergüenza.

El panelista arquetípico de Laura en América eran los mestizos provincianos. Inmigrantes con educación básica. Fáciles y económicamente manipulables. Llenos de necesidades y vacíos de dignidad.

Los argumentos en contra de la Bozzo son tantos comos los países en los que se ha exportado el show. Uno de ellos era el aprovechamiento de las insuficiencias de sus invitados para comprometerlos a cumplir un rol en la trama que la producción fraguaba para esa edición. Pero los temas expuestos no era forzados. De hecho, me atrevo a decir que gran parte de ellos eran muy reales y cotidianos.

En una edición como 'Mi esposo me dejó por mi comadre en una pollada' es válido creer que un hombre abandone a su esposa después de un affaire fortuito en una "actividad". Si hubiera sido un Luau en Ancón, probablemente nadie le habría prestado la misma atención.

Y en caso fuera falso, qué mas da. Era entretenimiento. La chatarra del formato postmoderno de TV. Nos divertía, es de hipócritas negarlo.

Happening televisivos

Laura en América fue un montaje de un tema real con protagonistas reales en una posible situación ficticia. La cadena MTV inauguró con The Real World un drama forzado con jóvenes anónimos. Por su parte, Laura Bozzo únicamente recogió de la calle a quienes la TV tradicional rehúsaba poner frente a las cámaras. Les dio un incentivo y a partir de ahí revelaron su estilo de vida y su subcultura.

El cambalache del que tildan a la creatividad de la producción para fraguar sus temáticas como ‘Fui conquistada por un galán de barrio y me abandonó', 'Papá, tu mujer me acosa', ‘Tu marido fue mi mujer', ‘Estoy embarazada de mi cuñado', no son para nada ajenos de la realidad.

Y la forma en que resolvían los problemas con golpes e insultos -excluyendo las terapias psicológicas y carritos sangucheros-, es, a mi parecer, exactamente la manera cómo se hubiera abordado el asunto sin cámaras de por medio.

Era la vida de otros en vivo. Un Happening desde la caja boba. La vida imitando el arte. Laura Bozzo es responsable de involucrarnos con un contexto que no queríamos conocer. Sus protagonistas -mal vestidos, sin dientes, de vocabulario rico en el lenguaje callejero- son reconocibles como quienes barren nuestra basura, cobran los pasajes, cuidan los edificios y limpian los autos. Son la masa popular que hace al Perú el país que es.

Ella dio le dio a la TV basura el producto más maldito y auténtico que se haya visto sobre la otra cara de sociedad limeña; junto, quizá, con el fenecido Trampolín a la Fama.

Su talk show reveló, ciertamente, acerca de cuán inmutables somos con el resto de peruanos -porque sí, un chofer de combi es un semejante-. Recordó la importancia del rating como la razón de ser de la TV comercial. Nos indignó y nos divirtió al mediodía.

Nos reíamos mientras los panelistas se trompeaban.

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